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Calvario gótico. Iglesia de Tartanedo.

Traemos hoy una intervención realizada hace ya unos años, concretamente en 2014, sobre un grupo escultórico que representa el Calvario, con Cristo Crucificado, la Virgen y San Juan. Corona la hornacina del ático del retablo lateral de San Bartolomé, anterior retablo mayor, de la homónima parroquia del municipio de Tartanedo (Guadalajara). El proceso se realizó en las dependencias del Instituto de Restauración del Patrimonio, dentro de la Universitat Politècnica de València.



                   


Las tallas se encontraban en un pésimo estado de conservación, aquejadas de levantamientos, deformaciones, cazoletas, polvo y suciedad acumulados... Así como zonas faltantes de soporte y varias grietas de apertura de la madera. Habían sufrido, también, ataques de insectos xilófagos que habían debilitado la estructura interna de la madera en algunas partes. El paso previo a su retirada del retablo y traslado fue una pre-consolidación in situ con coletta italiana y papel japonés, para evitar desprendimientos. Posteriormente, se llevaron al taller. Una vez allí, se les aplicó un tratamiento contra los microorganismos que habían atacado las piezas que, aunque no estaban ya activos, sirvió también como método de prevención. Se aplicó a brocha y jeringuilla, y se mantuvieron las piezas en atmósferas modificadas sin oxígeno durante 14 días.


       

       


Tras los estudios iniciales, se empezaron los procesos de intervención. Para ello, el primer e importante paso era realizar una exhaustiva consolidación de los estratos debilitados, usando coletta aplicada a pincel e inyección. Posteriormente, se corrigieron las deformaciones y levantamientos aplicando calor y presión controlados.

       


Mención merece también la cruz de Cristo, cuya capa polícroma estaba pulverulenta. Necesitó de una consoliación integral con coletta. 
Consolidada toda la pieza y subsanados los riesgos de desprendimientos, se realizaron las catas de  limpieza para escoger la combinación de disolventes y agentes limpiadores más idóneos. Finalmente, debido a la naturaleza grasa del estrato de suciedad, se escogió una dispersión de jabón neutro a baja proporción en disolución acuosa, para las zonas polícromas, y alcohol isopropílico para los dorados, evitando aplicar humedad ya que estaban realizados al agua con oro fino.

    

       

Tras la limpieza y realizar un primer barnizado protectivo, empezaron las tareas de reintegración volumétrica. Por aplicar un criterio más inocuo y poco invasivo, dentro de las posibilidades, se decidió no reponer todos los faltantes ni tampoco ocultar la red de pérdidas provocada por la salida de los insectos xilófagos. Se tomaría un criterio de intervención más arqueológico, debido a que la pieza no será contemplada a corta distancia una vez emplazada de nuevo en su ubicación original.
Así pues, se repusieron los faltantes más visibles, tales como los dedos del Crucificado (en manos y pies), dos agujeros por nudos saltados que presentaba la Virgen, y un dedo de la mano derecha de San Juan, dejando los otros tres faltantes sin reintegrar, pues no se aprecian desde el suelo cuando se contempla el conjunto del retablo. Grietas y aberturas de la madera se quedaron también sin rellenar. También se realizaron las cabezas de los clavos, que se habían perdido.
Estas labores se realizaron con resina epoxídica bicomponente especial para madera, que posteriormente fue tallada y texturizada.

A continuación se procedió al estucado de lagunas, texturizando las de mayor dimensión para asemejar el craquelado de la policromía y los dorados. Se utilizó un estuco tradicional de cola y yeso.


     

                               

Finalmente, para la reintegración, se optó por combinar el puntillismo con el regatino, pues a la distancia de observación de las obras, no iba a apreciarse una reintegración de tipo ilusionista y, también, por el tamaño y cantidad de lagunas, se aseguraba así una mayor diferenciación y reconocimiento de las partes restauradas frente a las originales a una corta distancia de visualización.
Para ello, pues, se utilizaron colores al agua en una primera fase que, tras un barnizado intermedio, se entonaron con pigmentos al barniz. Para terminar, se aplicó un barniz satinado a spray.


      


      


                             

                       

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